miércoles, 16 de marzo de 2011

Una anomalía colateral en el espectro astral del silencio.


Mirando a la noche desnuda, recelosa y adormecida; acunando la mirada en sus celestiales brazos; enhiesta en su grandeza y su terrible belleza inmensa, brillante...

Sintiendo la acogedora negrura del vacío, inundando los sentidos en la nada; sumiendo la mente en un trance divinamente mortal, para no regresar jamás...

En lo alto, los astros flotando en un mar de pensamientos sin respuesta, riendo en el silencioso quejar del tiempo enardecido, mas inmunes al paso de las borrosas hojas de la eternidad...

La roja luz de la condescendencia, más brillante que el negro espacio, ilumina los restos de quienes en su tiempo creyeron tener vida...

Escuchando los sollozos de quienes, antes de morir, oyeron el sonido de lo inexorable en sus corazones; fútiles duelos al oscuro fin que siempre ha de ganar.




...Agoniza entre estertores el caótico orden natural del universo... observando como el ser humano se consume... lentamente... dada su condición efímera.


 

Sentid la impotencia de quien, en lo alto, exhala su último suspiro al contemplar con horror su creación...

Una anomalía colateral en el espectro astral del silencio.




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