sábado, 26 de marzo de 2011

Postludium.



El estruendo de las encolerizadas pisadas sobre el temeroso suelo, estuvo a punto de terminar por desmoralizarme del todo. Y es que entre tanto caos, tanto pavor, y tanta desesperación, incluso el ser humano podía captar un matiz distinto en el olor del ambiente. El ser humano podía oler el miedo, su propio miedo, y yo no era una excepción.

La aterradora visión de los hombres corriendo hacia ningún lugar hasta caer exhaustos, las mujeres enloquecidas tratando de encontrar a sus hijos entre los pies de la multitud; los animales que no estaban atados hace tiempo que habían huído ya, y los que permanecían amarrados fingían estar muertos.
Pero lo que sin duda me encogió el alma, fue ver a los niños más pequeños; sus llantos de incomprensión hacia lo que estaba sucediendo, el sentimiento de horror ante la anarquía de las calles y la desaparición de sus padres en la lejanía...

Pero aún quedábamos algunas personas con la atípica reacción de sentarse a esperar, mirando cara a cara a la muerte. Sentados sobre la fría piedra; metafórico preludio de lo que nos esperaba en la otra vida; absorviendo ese frío y sintiendo como recorría cada nervio, cada fibra sensible del cuerpo... Mirando a los cielos.

Los cielos... Una sobrecogedora visión como aquella, que muchos habrían querido ver.

Y es que la némesis parecía haber desgarrado el firmamento brutalmente, desfigurando la atmósfera; la temperatura había aumentado drásticamente, las nubes parecían moverse a muchísima rapidez, y la misma tierra parecía estar clamando piedad, en un silencioso temblor constante...
El color rojo y morado del cielo, los cuerpos celestes a su antojo chocando entre sí, secuencias que ningún ente vivo podría soñar ver jamás... y que irónicamente ninguno de los presentes querría estar presenciando.

Parecía que el horror no podía ir a peor... pero fue la sensación de que la gravedad fuese ilusoria la que minó definitivamente la poca cordura de la gente de -si bien el término no era del todo correcto- "a pie".
Tras sentir vibrando cada átomo de materia del cuerpo, y escuchar el sonido de un millar de cristales pesadísimos quebrándose a la vez; supe que todo había acabado.

Despojados de una fuerza que nos mantuviese contra el suelo, tanto personas como el resto de materia existente en el planeta fue literalmente engullido hacia arriba...

...Y fue entonces, cuando caíamos hacia el cielo, mirando fíjamente sin pestañear el negro que nos estaba arrastrando consigo hacia el fin...

Fue entonces cuando sonreímos, y dejamos de existir.




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2 comentarios:

  1. Y a veces es mejor cerrar los ojos y dejar de existir a quedarse, sufrir y ver ciertas cosas

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  2. Me alegra comprobar que no soy la única persona sobre la tierra con una visión nihilista y a la vez esperanzadora sobre la vida.

    Mis saludos.

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