miércoles, 23 de febrero de 2011

Ánimal immúndum, quod immolári Dómino non potest.

Y quien puede afirmar que, tras el incesante paso de los eones; los hombres hayan hallado sentido en su sacrílega cruzada contra el curso natural de los acontecimientos...

Y quien puede negar que, tras las blancas aguas del mar, bañadas por la luz de la luna; los hombres hayan dejado legado alguno al mundo, que no haya sido erosionado por la marea...

Y quien puede siquiera pensar que, tras los límites de la conciencia humana; los hombres hayan sabido empatizar con el vacío que envuelve, silenciosamente, su proscrita existencia.





No por más alejarnos de la oscuridad de los bosques, la soledad desaparece.


No por más escapar del pasado, las heridas cicatrizan.


No por más limpiarnos la sangre de nuestras espadas, el daño causado cae en el olvido.





Cuando el ser humano se colapse en el egoísmo de su civilización; sus cenizas regarán las yermas llanuras que un día fueron de los hombres; para crear vida que no hemos de contemplar.

No por estar lejos, nuestro fin se aleja.




Sed cautos.
La muerte anda cerca.




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