sábado, 19 de enero de 2013

De la paz y el olvido floreciendo en un amanecer.



En ocasiones olvidamos que pertenecemos a una sociedad, olvidamos que somos parte del mundo, olvidamos incluso quienes somos...

El viento inunda nuestros oídos, tapa los pensamientos y, antes de que nos demos cuenta, anega nuestra mente como un océano de calma y despeja toda duda, toda molestia terrenal.

Y es en esos momentos cuando nuestro espíritu se alza del cuerpo frágil de carne y hueso y se funde con las nubes, el calor del sol, el aroma de la hierba mojada y los sonidos de la paz de un frondoso bosque verde...

Y es en esos momentos cuando dejamos de existir como tal, y pasamos a formar parte de una entidad superior que nos evade de cualquier mera nimiedad mortal.

Y es entonces cuando en nuestra ya distante mente, resuena esta música.


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